Vaska era una gata de una familia que vivió en Leningrado durante el asedio de la ciudad por parte del ejercito nazi. La escasez de alimentos y la difícil situación de la vida eran una realidad. Así lo narra la nieta e hija de estas dos mujeres rusas que experimentaron los desafíos de un período tumultuoso. De hecho, la historia de ellas se presenta en los museos de su nación.
En medio de los estragos de la guerra que habían dejado a Leningrado y a sus residentes en una situación desesperada, dos mujeres rusas, como millones más, luchaban por sobrevivir. Sin embargo, no estaban solas. Un delgado felino velaba por ellas, desafiando la norma al cuidarlas en lugar de ser al revés, como suele ocurrir en tiempos de paz.
Los tres enfrentaban períodos de escasez extrema. La comida era escasa, pero Vaska, el gato, se convertía en el héroe del día con las presas que cazaba.
“Cada día, Vaska salía a cazar y traía a casa un ratón o incluso una gran rata. Mi abuela preparaba los ratones en guisos, mientras que con las ratas lograba hacer un sabroso gulash”, relata la historia que se exhibe en los museos de Rusia, narrada tanto para los locales como para visitantes extranjeros.
El gato mostraba una notable conciencia de sus acciones, incluso esperando pacientemente su turno para probar la comida ya preparada que proporcionaba a las dos mujeres, madre e hija. La hora de compartir iba más allá de la alimentación.
“El gato siempre se sentaba junto a ella (su abuela) y esperaba su turno para comer. Durante la noche, los tres se acurrucaban bajo la misma manta, y él las arrullaba con su ronroneo”.
Este comportamiento no sorprende a aquellos que tienen gatos, pues saben que estos felinos tienen la habilidad de percibir cuándo sus dueños los necesitan y están plenamente dedicados en esos momentos, tal como lo demostraba Vaska.
Sin embargo, la debilidad también alcanzó al gato. A medida que la amenaza nazi se intensificaba, el hambre y la desesperación se agudizaban tanto para humanos como para animales. A pesar de ello, Vaska se las ingeniaba para cazar junto a una de sus dueñas, reservando sus fuerzas.
“El hambre era implacable. Vaska estaba tan hambriento y flaco como los demás. Durante todo el invierno, mi abuela guardaba migajas para los pájaros, y cuando llegaba la primavera, salía junto a Vaska para cazarlos. Espolvoreaba las migajas y luego se ocultaban junto a Vaska para emboscar a las presas. Su salto siempre era sorprendentemente preciso y rápido. Sin embargo, Vaska estaba tan desnutrido como ellas y ya no tenía suficiente fuerza para matar al pájaro. Entonces, mi abuela permitía que Vaska lo atrapara y luego ella intervenía para ayudarlo. Así, entre la primavera y el otoño, su dieta consistía principalmente en pájaros”.
Era un trabajo en equipo entre dos mujeres y un gato, una familia unida por la supervivencia en tiempos difíciles.
Los aviones nazis dominaban el cielo de Leningrado. Sentían que la ciudad les pertenecía, desde donde lanzaban bombas dirigidas principalmente contra los aliados o cualquier cosa que representara resistencia.
Las imágenes de ese periodo hablan por sí solas, entrelazando historias de vida y muerte que dejan una sensación de desolación en el presente, mientras millones se preguntan el "cómo" o el "por qué" de un capítulo tan espeluznante.
En esos momentos, cuando la única preocupación era sobrevivir, Vaska se sumaba a esa lucha.
Uno de los aspectos más asombrosos de la hazaña de este felino era su capacidad para anticiparse a las bombas que caían del cielo, transformando la ciudad en un infierno.
"Él se daba cuenta de los bombardeos mucho antes de que pudieran escuchar el rugido de los aviones. Cuando Vaska empezaba a mostrarse inquieto y maullaba con angustia, mi abuela sabía que era el momento de recoger sus pertenencias, agua, a mi madre y, sin duda, también a Vaska, y abandonar la casa".
Claro que no lo dejaban atrás. No se trataba solo de cuidar al proveedor, sino de considerarlo un miembro más de la familia, a pesar de que otros lo veían como una fuente de comida para varios días. En tiempos en que la escasez era extrema, no había lugar para culpar a los demás cuando no quedaba nada más para comer.
"Cuando tenían que correr hacia un refugio antibombas, llevaban a Vaska con ellos, considerándolo un integrante más de la familia. Lo vigilaban de cerca para asegurarse de que nadie intentara llevárselo para consumirlo".
En esa etapa avanzada de la guerra, Vaska estaba notablemente debilitado pero seguía siendo parte fundamental de la familia, tal como lo demuestra su hazaña relatada en los museos rusos hoy en día. Las ratas proliferaban porque los sobrevivientes de los bombardeos recurrían a comer gatos. De hecho, la invasión enemiga desató una plaga de ratas que complicó aún más la ya difícil situación.
Sin embargo, la historia tuvo un final feliz. Vaska presenció la recompensa de su nobleza hacia sus cuidadoras.
Nadie lo cazó, y no pereció debido a la escasez. Por el contrario, llegó un periodo de prosperidad, donde los bombardeos cesaron, y él fue recompensado por su leal protección.
“Cuando finalmente se levantó el bloqueo de la ciudad y la comida volvió a llegar, incluso después de la guerra, mi abuela reservaba los mejores trozos para el gato. Lo acariciaba con cariño, diciendo: 'Tú fuiste nuestro proveedor'", recordaba la matriarca a Vaska.
La vida devolvió el favor, y así fue para el peludo protagonista de esta historia. Cinco años después del fin de la invasión nazi, llegó el momento de despedirse para el animal que lo dio todo por sus humanas.
“Vaska falleció en 1949, y mi abuela logró enterrarlo en el cementerio. Para proteger su tumba, le colocó una cruz en la que escribió 'Vasily Bugrov'". Cuando llegó el momento, mi madre fue sepultada junto al gato, y posteriormente, yo sepulté a mi madre con ellos. Hoy en día, los tres descansan juntos bajo la misma lápida, tal como estuvieron una vez durante la guerra... los tres juntos bajo una misma frazada”.
¿Conocíais esta historia? ¿Qué os ha parecido? ¡Os leemos en los comentarios!