El Real Palacio de la Magdalena

El Real Palacio de La Magdalena es un edificio situado en la península de La Magdalena, frente a la isla de Mouro, en la ciudad de Santander (Cantabria, España), y que fue construido entre 1909 y 1911, fue consecuencia de la iniciativa municipal: el Ayuntamiento quiso regalar a los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia una residencia de verano que consolidara la tradición estival que ya estaba arraigando en la ciudad y su provincia. Los monarcas y sus hijos disfrutaron de los veranos santanderinos entre 1913 y 1930. Al parecer, fue la Reina, llamada Ena en la intimidad familiar, quien disfrutó especialmente de un paisaje y una arquitectura muy próximos a los ingleses que le eran naturales: escritores y poetas evocaron su nostalgia de la isla de Wight, de hecho, asociándola a su presencia santanderina y su posterior exilio. 

Con la llegada de la II República, el nuevo gobierno incautó los bienes del patrimonio de la Casa Real, como eran el Palacio y la Península. Ello se hizo no sin polémica, dado que, al fin y al cabo, estos bienes eran una propiedad particular que el Rey había recibido como donación de la ciudad de Santander. Durante el otoño de 1934 la Reina Victoria Eugenia solicitó al Gobierno republicano, a través de la Embajada británica en Madrid, el envío a su nueva residencia de Londres de algunos muebles del Palacio.

Durante la Guerra Civil Española (1936-1939) el Palacio se utilizó como hospital de sangre, mientras que los edificios de Caballerizas se convirtieron en un campo de prisioneros de guerra, como sucedería con el Seminario de Corbán, la Plaza de Toros o el Hipódromo de Bella Vista, entre otros. 

En 1977 el Ayuntamiento de Santander llegó a un acuerdo con Don Juan de Borbón, Conde de Barcelona, con el fin de recuperar la Península para la ciudad. En 1982 el Palacio fue declarado Monumento Histórico Artístico de Carácter Nacional. 

El Palacio es en la actualidad un atípico Palacio de Congresos y Reuniones. En él se organizan encuentros de diverso tipo, incluyendo la celebración de bodas civiles. 


Hemos hablado del palacio en estas primera líneas, ahora vamos a hablar de la peninsula en la que esta ubicada: 

Hasta principios del siglo XX la Península era una masa rocosa, sin apenas vegetación, que, al dominar la entrada de la Bahía, era valorada únicamente por su situación estratégica para la defensa. De ahí que hasta entonces las fuentes históricas sólo se refieran a sus modestas instalaciones militares, de las que aún quedan algunos restos. Hasta el pasado siglo este espacio había estado en realidad muy alejado de la ciudad que había crecido en dirección oeste. 

En la Península se han hallado restos antiguos que vendrían a confirmar un asentamiento romano en aquel Portus Victoriae Luliobrigensium que cita Plinio el Viejo en su Historia Natural. 

En concreto, en la zona sur del istmo de la Magdalena, la ribera más tranquila, pudo existir una villa marítima protegida de los vientos. Los hallazgos se produjeron en terrenos del antiguo Balneario y la actual Real Sociedad de Tenis, así como la cumbre de la Península , en yacimientos hoy en día completamente transformados en por la acción humana. Casi todos pertenecen a los siglos I y II de nuestra Era. 

Actualmente, la Península de La Magdalena ocupa una extensión aproximada de 25 hectáreas. Uno de los mayores atractivos de La Península es su entorno natural, con espectaculares paisajes marítimos y una notable riqueza arbórea de la que el lector encontrará algún detalle más adelante. 

La vertiente sur de la Península ofrece un magnífico panorama de la Bahía de Santander, con la orografía interior de la región como hermoso telón de fondo. En este lado se encuentran dos de las playas santanderinas: la playa de La Magdalena, hacia el oeste, y la playa de Bikini. Enfrente de esta playa se halla la isla de la Torre (a la que algunos lugareños llaman “isla de los Ratones”), en la que se emplaza la Escuela de Vela. 

Muy cerca de esta peña está la isla Horadada, importante enclave para el imaginario local, puesto que, según cuenta la leyenda, las cabezas de los Santos Mártires San Emeterio y San Celedonio la traspasaron sobre una barca de piedra. Hace unos pocos años una feroz tormenta derribó el puente natural de roca que daba nombre a la islita, que cuenta con una pequeña baliza. 

Siguiendo su perímetro desigual, la Península presenta varias “puntas” o salientes: la Punta del Puerto y la Punta El Higar, hacia el este, y la Punta del Caballo y La Palomera, hacia el norte. Prácticamente desde el comienzo del istmo, se va ascendiendo en altura hasta llegar a la cota máxima en el propio Palacio, que se encuentra casi rodeado por espectaculares acantilados. 

En dirección noreste puede contemplarse una de las islas más importantes de la costa cantábrica, la isla de Mouro. Situada a pocos metros del comienzo de la Bahía, con su faro de Cabo Menor, es un enclave fundamental para navegantes y pescadores. Además destaca por la riqueza de su reserva natural. La parte norte de la Península ofrece una magnífica vista del abra del Sardinero hasta el faro de Cabo Mayor. 

Además de las playas y el propio palacio, en la península se encuentran también las caballerizas reales y el museo El hombre y el mar. 

¿Habéis visitado esta península que se encuentra en Santander? Os leo en comentarios

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